La nieve de las últimas semanas en España ha dejado también toneladas de sal es esparcidas sobre las aceras, parques y cunetas de carreteras. El cloruro sódico o sal común es la sustancia ‘quitanieves’ más utilizada para deshacer la nieve, por su eficacia y, sobre todo, por su bajo precio.
Sin embargo, poco se habla de los posibles daños ambientales que entraña su práctica. Algunos de los países más acostumbrados a las intensas nevadas, como Alemania, Austria, Canadá o EE UU ya han restringido su uso, pues existen perjuicios suficientemente importantes para impedirlo. Los coches e incluso algunas infraestructuras tampoco quedan fuera de los materiales ‘devorados’ por la sal.
Pero ¿cómo afecta el cloruro sódico a las plantas? La sal, disuelta en el agua de la nieve derretida, es absorbida por las raíces y ‘salinizan’ los tejidos de las plantas, impidiendo algunas de sus funciones metabólicas. Además, los ecosistemas de los ríos también sufren el impacto de encontrarse con altas concentraciones de sal de golpe en sus cauces. Sólo el Ministerio de Fomento usa 160.000 toneladas de sal al año.
Las alternativas son variadas: existen otros productos como el acetato de calcio y magnesio, que son más biodegradable (se absorben mejor por los seres vivos y el suelo) y menos corrosivos. Otra posibilidad es optar por arenas o gravillas, residuos agrícolas residuales e incluso la urea (compuesto orgánico presente en la orina, que ya se utiliza en los aeropuertos, por el efecto negativo que tiene la sal sobre los aviones). ¿El problema? De nuevo, el factor económico: el coste de estas sustancias es muy superior al de la sal. En España, además del cloruro sódico, en ocasiones se utiliza la salmuera (mezcla de sal y agua), que actúa más rápido y es efectiva en menores cantidades. Sin embargo, su uso no está aún extendido.
La asociación conservacionista Ecologistas en Acción sí opina que la sal ‘quitanieves’ daña el medio ambiente. "En el puerto de Navacerrada se ven árboles secos al lado de la carretera y es debido a la sal", afirma Maria Ángeles Nieto, de la coordinadora madrileña de la ONG, en el diario El País. "Después acaba en acuíferos, por lo que también perjudica a la fauna y podría acabar afectando al uso doméstico", añade.
Ambientum
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